Soy cristiano pero, ¡tengo muy mal carácter!
¿Cuánto tiempo dura tu termómetro interno en subir la temperatura antes de recordar que ya no eres el mismo?
Por La Redacción de Cobertura Especial
Domingo, 19 de octubre de 2025
Cuando aceptas a Jesús en tu corazón se te dice que serás "una nueva criatura", pero al salir de la iglesia la realidad te muestra un panorama más complejo: muchos creyentes luchan con el enojo, la impaciencia, el mal genio y hasta la ira, que parecen incompatibles con la imagen de Cristo.
Este conflicto no es una anomalía, sino el reflejo de una batalla interna originada entre la "vieja naturaleza" (la carne) y el "nuevo tú".
El problema del mal carácter en el cristiano reside en la desconexión entre la creencia (fe) y la obediencia práctica (acciones diarias); vamos a explicarlo con más detalle:
El apóstol Santiago sostiene que no basta con ser oidores de la Palabra, sino hacedores.
Esto indica que no es un asunto aislado, sino un desafío constante en el proceso de madurez espiritual.
¿Por qué un creyente puede tener mal carácter?
El carácter “fuerte” o explosivo no se debe simplemente a una "personalidad", sino a menudo a tres causas profundas que la fe debe abordar activamente:
Pese a que estos tres temas son sumamente importantes, hay otros que no podemos dejar fuera como las expectativas no cumplidas + estrés de la vida diaria, la falta de discipulado emocional y espiritual y la confusión entre “justo enojo” y “mal carácter”.
La Biblia reconoce el enojo (como en Jesús de Nazaret al limpiar el templo) pero advierte contra permitir que la ira gobierne.
Un creyente puede justificar su carácter fuerte como “pasión por Dios” o “justicia propia” cuando en realidad se trata de ego, defensa, control o heridas.
¿Qué hacer para cambiar?
Una breve guía bíblica
La Biblia presenta al enojo como una emoción válida, pero advierte que cuando no es gobernada por el Espíritu de Dios, se convierte en mal carácter, división, pecado.
Si eres cristiano y sientes que tienes mal carácter, no estás solo ni eres automáticamente “malo”, pero sí estás frente a una oportunidad: la de crecer.
No puedes tener las mismas actitudes que tuviste hace tres, cinco o siete años, cuando aceptaste al Señor en tu corazón.
Entiende esto: nada queda estático en la vida para siempre: te estancas momentáneamente, pero luego: creces o retrocedes, pero te moverás.
El carácter no se cambia solo por voluntad humana, sino por la obra del Espíritu Santo
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