Los beneficios de ser Cristiano
¿Existen?, ¿son la garantía de una vida sin problemas?, o ¿el inicio de un camino cuesta arriba donde tendremos más restricciones y problemas?
Cuando iniciamos una vida productiva y adquirimos nuestra primera membresía para ser “parte de algo” como una afiliación a un club, un seguro de vida o una tarjeta de crédito, aparece por primera vez la pregunta: ¿qué beneficios obtendré si soy parte de esto?.
Lo anterior hace válido cuestionarse: ¿tendré beneficios al ser Cristiano?.
Es una pregunta que no me había hecho en el pasado, porque más que un beneficio, el hecho de convertirme en cristiano representaba para mí una nueva forma de vida, pero al hacerme la pregunta hoy, me doy cuenta de que tengo grandes beneficios y éstos también favorecen a quienes me rodean.
Empecemos por contestar las interrogantes anteriores. No existen garantías de una vida sin problemas, siendo cristiano o no; y tampoco entramos a una vida de penurias y restricciones al aceptar a Jesús en nuestros corazones. Pero, de los beneficios tengo mucho que contarte.
La Biblia habla de el Dios feliz en 1 de Timoteo 1:11, quien trae buenas noticias a quienes creen en él.
También nos dice en Deuteronomio 12:7: “Ustedes y los de sus casas comerán allí delante de Jehová su Dios y se alegrarán por todo lo que han hecho, porque Jehová su Dios los ha bendecido”.
Estos primeros versículos nos dejan ver que Dios quiere que seamos felices, y eso, satisface al 99% de las personas en el mundo pues todos queremos ser felices. Pero esta relación con el creador tiene muchas más aristas de las que se ven a simple vista.
Por ahora, la felicidad parece ser la palabra clave entre los beneficios.
Pero qué pasa si decidiste ser cristiano porque te prometieron que serías más feliz y luego perdiste tu empleo, enfermaste, te divorciaste o falleció alguien a quien amabas.
Es aquí donde comienza el camino para la profunda comprensión de ser cristiano. Jesús dijo a sus discípulos que serían felices, pero también les advirtió que quienes lo amaran se enfrentarían a problemas, según se lee en Mateo 10:22-23.
Beneficios en ascenso
Entonces, entre los primeros beneficios de ser crisianos encontramos que tendremos una relación directa con Dios. No necesitamos intermediarios, podemos buscarlo por medio de la oración, es decir, conversar con él; hablarle de nuestros sentimientos, temores y anhelos.
Esa relación íntima con Dios también representa conocerle mejor, y eso ocurre cuando pasamos tiempo con él por medio de la oración y lectura bíblica pues es allí, en la Biblia, donde se nos explica de su amor, sus planes para nosotros y su poder.
Esta conexión no es un ritual, sino una comunión diaria y constante que proporciona consuelo y sentido de pertenencia al ser humano ya que Dios te ayudará a entender quién eres por tu cuenta, y quién eres cuando lo tienes a Él de tu lado.
En este proceso, Dios también te entrega un propósito y dirección; y es que establecer una relación con un ser superior nos da a los cristianos un propósito más allá de nuestras propias vidas.
Nuestras acciones diarias tomarán más sentido si sabemos que trascenderán.
Dios nos dice en Juan 15:5: "Yo soy la vid; vosotros los pámpanos. El que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer."
Con pocas expectativas
Quien no cree en Dios suele pensar que lo que hoy vivimos es todo, que debe “disfrutar de cada momento” porque no hay nada más después de la muerte, que no hay una esperanza superior al ser humano; sin embargo, al cristiano Dios le da la promesa de la vida eterna.
Para el creyente, la muerte es tan solo una transformación que le llevará a un lugar donde no habrá llanto ni dolor, es decir, obtendrá la felicidad que todos los humanos anhelamos.
Muchos se ofenden al escuchar que los humanos somos pecadores por naturaleza y exigen explicaciones; sin embargo, pocas respuestas les satisfacen.
Mientras tanto, el que reconoce a Jesús como el hijo de Dios, recibe una redención que ofrece la oportunidad de experimentar una liberación de la culpa y la vergüenza que produce el pecado, que, aunque no lo vean, genera insatisfacción, inseguridad, y una breve felicidad que finalmente les lleva al desconsuelo.
En Juan 11:25-26 encontramos: "Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.
Por otro lado, los humanos solemos decir que no tenemos un manual sobre cómo comportarnos, ser padres o buenos seres humanos; sin embargo, la Biblia es la guía a la que todos tenemos acceso y nos da valiosas lecciones como la importancia del amor, la humildad, la misericordia y la justicia.
Quienes rechazan a Dios desconocen que al aceptar a Jesús también se abren a la ayuda espiritual que viene del Padre por medio del Espíritu Santo.
Esto no es algo fácil de entender pues cuando Jesús fue crucificado dijo a sus seguidores que con su partida se verían beneficiados ya que en su lugar descendería el Espíritu Santo y éste estaría con ellos siempre y en todo lugar.
Es aquí cuando el ser humano cambia de dimensión sin salir de la tierra pues tiene una ayuda sobrenatural que ofrece las mejores virtudes: “Por otra parte, el fruto del espíritu es amor, felicidad, paz, paciencia, amabilidad, bondad y fe”, se lee en Gálatas 5:22.
Un bono para la felicidad
Esta nueva versión del ser humano, un cristiano; es como la llama de un farol que está protegido del viento y la lluvia. Así está resguardada la felicidad del cristiano que ya no se apaga cuando falta la salud, el dinero o “el poder”.
Siempre encontraremos oposición, a veces incluso, de nuestra propia familia, pero nada apagará ese nuevo brillo que Dios nos da.
Las dificultades en nuestras vidas o pruebas deben ser vistas como cuando una espada de acero es pasada por el fuego: tras pasar por un calor extremo, el acero de la espada es más fuerte. De esa misma manera, el fuego o las pruebas, irán fortaleciendo nuestra fe.
“Porque saben que su fe de calidad probada produce aguante” (Santiago 1:3).
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