Por qué los cristianos deberíamos ver la película Sound of Freedom
La cinta genera emociones encontradas: indignación, rechazo y preocupación, entre otras.
Netflix y Disney le dieron la espalda pero figuras como Mel Gibson y Tony Robbins, la están impulsando y coinciden en la necesidad de abrir los ojos a una realidad que muestra el infierno que viven los niños centroamericanos que son vendidos a traficantes sexuales.
Por qué la Iglesia debería prestar más atención al cine
“Esto digo, pues, y afirmo juntamente con el Señor: que ya no andéis así como andan también los gentiles, en la vanidad de su mente, entenebrecidos en su entendimiento, excluidos de la vida de Dios por causa de la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón” (Efesios 4:18).
Algunos cristianos prefieren evitar completamente el cine o las noticias relacionadas con asuntos violentos, políticos o bélicos; sin embargo, esto es tanto como dar la espalda al clamor del mundo por ayuda en medio de industrias en crecimiento como el tráfico de personas.
De qué trata la película Sound of Freedom
Sound of Freedom o Sonido de libertad está basada en la historia real de Tim Ballard, un agente de Seguridad Nacional de Estados Unidos que forma parte del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (HSI por su siglas en inglés), quien se ve inmerso en el oscuro mundo del tráfico de niños sin que sus acciones contra los criminales parezcan ayudar.
Según la sinopsis de la película: “En Tegucigalpa, Honduras, Roberto, padre de dos niños, es abordado por una exreina de belleza, Giselle. Ella se ofrece a fichar a sus hijos pequeños, Miguel y Rocío, en contratos de modelaje infantil. Él acepta y los lleva a una sesión de fotos.
Cuando regresa a recogerlos, ya no están. Se revela que los niños fueron vendidos para ser utilizados como esclavos sexuales”, explica el texto.
El agente norteamericano se obsesiona con buscar a compradores y distribuidores de pornografía infantil pero eventualmente descubre que sus acciones no están ayudando directamente a los niños que siguen siendo explotados.
El agente debe hacerse pasar por médico mientras se adentra en la selva colombiana para recuperar a Rocío, la niña hondureña que le comprometió con una causa de alcances insospechados.
Mira el tráiler de la película aquí:
Un camino cuesta arriba para su lanzamiento
Sound of Freedom comenzó su rodaje en 2018 en California, Estados Unidos; y mayormente en Cartagena, Colombia.
Eduardo Verástegui, actor y productor mexicano a cargo de la cinta, reveló que ésta debía ser distribuida por 20th Century Fox pero el estudio fue comprado por Walt Disney Company, y ésta lo archivó.
Después de un año de negociaciones, Verástegui recuperó los derechos de la película y pudo hacer un nuevo acuerdo con Angel Studios cediendo la distribución.
Curiosamente Angel Studios no es una productora gigantesca y millonaria como sus pares de Hollywood; esta compañía utilizó un sistema en el que incluye a los espectadores para que aporten fondos a las películas que consideran que podrían ser valiosas para el público. De esta manera la productora recaudó 5 millones de dólares provenientes de más de 7 mil personas.
Sound of Freedom se estrenó el pasado 4 julio en Estados Unidos y tiene programado su lanzamiento el 31 de agosto en varios países de América Latina, entre ellos, Guatemala; con excepción de El Salvador a donde llegó Verástegui como parte de un acuerdo especial con el presidente Nayib Bukele. Allí funcionarios y decenas de salvadoreños tuvieron acceso gratuito a la cinta, antes que otros.
Desde su lanzamiento la película ha tenido buenas críticas, no solamente de los espectadores, sino también de figuras del cine como Mel Gibson.
¿Sound of Freedom es una película cristiana?
No, no lo es. Pero el poderoso mensaje que transmite, está sacudiendo al mundo que hasta ahora había ignorado lo que viven los niños víctimas de explotación sexual y, también, ha logrado tocar el corazón de cristianos que dejaron de ser espectadores y se están convirtiendo en agentes de cambio al servicio de Dios y del prójimo.
“Los niños de Dios no están a la venta”, una de las frases de la película que más impacto ha causado.